Lilia Luján (México, D. F. 1965)
es una artista plástica autodidacta que desde que iniciara su andadura por el mundo del arte, ha participado en más de 60
exposiciones individuales y colectivas que le han llevado por diferentes países de América y Europa.
Desde temprana edad, se sintió fuertemente atraída por la pintura y la sensación de capturar
la fuerza que emiten los colores la decidió a realizar sus primeros cuadros y, desde entonces, no ha parado. Con una copiosa
obra, en la que incluye arte objeto, abarca múltiples formatos, técnicas y temáticas. Lilia Luján ha conseguido desarrollar
una particular personalidad artística, si bien —y como ella misma reconoce— ha bebido en las
fuentes de los más excelsos de la pintura contemporánea: Matisse, Kandinsky, Miró y Picasso por citar los más importantes,
que dejaron una impronta en sus primeros trabajos pictóricos.
Sin embargo, la observación detenida de la obra de Luján de los últimos años indica de manera clara que —libre ya de cualquier influencia— ha conseguido desarrollar una personalidad que es, sin duda, un fiel reflejo de la
suya propia. Su pintura sorprende incluso, a quienes por primera vez acceden al conocimiento de sus obras; tanto por la temática,
como por el colorido, los fuertes contrastes y singulares nombres con que ésta artista denomina sus cuadros, los cuales sugieren
sutilmente una gran profundidad, enviando intensa comunicación subliminal a nuestra mente. La temática de su pintura mezcla
de manera casi irreverente, figuras antro y zoomorfas, en provocativas combinaciones no exentas de una sutil aureola erótica
que consiguen capturar desde el primer momento, la atención del observador.
Lilia está convencida que es la fuerza y la energía que despiden los colores con los que trabaja, los que le permiten dedicar
largas horas a una obra hasta conseguir su objetivo porque —según dice— «la pintura es posiblemente, una de las actividades más solitarias
del mundo porque el artista se enfrenta a las corrientes de su propia imaginación que finalmente emergen, traducidas en trazos
y colores hasta plasmarse en el cuadro».
«Trabajo sin una idea preconcebida necesariamente». «Básicamente el pintar es para mí un ejercicio catártico». Y por otra parte «el hecho de no haberme propuesto nunca una limitación artística me ha permitido experimentar con posibilidades
de lo más diversas ya que utilizo una gran variedad de elementos y materiales acrílicos, óleos, tintas, esmaltes, arenas,
polvos de mármol; y soportes de madera, tablex, cartón, papel y lienzos entre otros».
La libertad que le proporciona el hecho de no encasillarse en ningún género, técnica o tema deliberado, tiene como resultado
final el realizar obras de su completa satisfacción.
—«La posibilidad de trascender a través de la pintura
me emociona profundamente...y el día que mi propia pintura no me guste, dejaré de pintar» —dice Lilia.
Con obras repartidas por múltiples países, sus pinturas se encuentran en poder de Fundaciones, Organizaciones Culturales,
Colecciones Particulares y también en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad de Alcalá, en las que su obra
forma parte del patrimonio artístico.
Su sensibilidad, tanto artística como personal, le ha llevado a participar en campañas de ayuda organizadas por la Cruz Roja
Española y la Asociación Iberoamericana Simón Bolívar a favor
de los pueblos de Bosnia (1996), Sudán (1998) y con Médicos sin fronteras para Centroamérica (1999), con la cesión de los
derechos de reproducción de algunas de sus obras para imprimirlas en diferentes artículos con el objeto de recaudar fondos
para éstas instituciones.